Hoy soñé que me cambiaron el nombre de pila, hoy soñé que me llamaron Cecilia y me cocinaron besos con arroz, que me llevaron a volar muy por encima de las estrellas, hoy... como ayer pude ver el final del arcoiris. Hoy volví a ser Kukuri y pude ver (con esa emoción infantil que te turba) el rostro de mi señor Caballero quien decidió quitarse la armadura solo para mí... hoy en mis sueños pude tocarlo y caminar con él bajo la lluvia golpéandome el rostro y sintiendo que el frío que cala los huesos no nos tocaba en lo mínimo.
Hoy soñé que no había pasado el tiempo y que a pesar de ellos nos cambiábamos los pañales y nos mirábamos por dentro a través de nuestros ojos, con los nietos revoloteando alrededor, soñé que hacer el amor bajo la luz de la luna a orillas del mar no era placer de adolescentes sino solo de cuerpos que se necesitan, que se aman, que se rozan y cuyo olor se mete hasta las entrañas y perdura en ti a donde vayas.
Hoy divisé mis rizos rojos y mi lazo olvidado, ése que encontré en un basural alguna vez, y descubrí que mi otro yo los veía preciosos, cuando llenaba de besos mi cuerpo.
Hoy vi a mi abuelo haciéndose cómplice de mi risa con llanto, diciéndome que no me extraña porque está siempre conmigo, que siga acomodándome en el balcón de la casa y que siga llenando mis pulmones con el olor de ese mar cercano para llamarlo.
A qué hora lo soñé si sigo con el maldito insomnio que no me deja en paz?
18 agosto, 2006
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